Solsticio de Invierno

22 de dciembre

La Madre Tierra da a luz al nuevo Sol, que crecerá en luz y luminosidad hasta alcanzar su plenitud estival. En la noche del día más corto del año, las brujas y brujos adornan con hiedra, muérdago y fuego el extremo sur del Círculo. Antes de conocer entre los espejos lo que nos deparará el año nuevo, el Sumo Sacerdote enciende las velas de cada uno de los participantes, para pronunciar la siguiente invocación:

"Reina de la Luna, Reina del Sol,
Reina de los Cielos, Reina de las Estrellas,
Reina de las Aguas, Reina de la Tierra,
¡tráenos el Hijo de la Promesa!
Fue la Gran Madre quien le dio a luz,
es el Señor de la Vida quien ha renacido.
La oscuridad y las lágrimas serán apartados cuando salga el Sol.
Sol dorado de las montañas,
ilumina la Tierra,
ilumina el mundo,
ilumina los mares y los ríos.
Que se alejen las penas, ¡que se alegre el mundo!
Bendita sea la Gran Diosa, que no tiene principio,
que no tiene fin,
¡eternamente viva!
¡Io Evo! ¡Él! ¡Bendito sea!
¡Io Evo! ¡Él! ¡Bendito sea!
¡Io Evo! ¡Él! ¡Bendito sea!".
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